martes, 28 de agosto de 2012

CUENTO: "TRES GRITOS DEL IDOLO"

Tres goles contra el clásico rival en la final del campeonato lo catapultaron a la fama con la que siempre soñó. Desde aquellos días en los que se levantaba todas las mañanas imagino que esa jornada iba a llegar en algún momento de su vida. Ocurrió al final de su carrera pero ocurrió al fin, y lo recordará por siempre. Convicción de los ganadores le llaman algunos, en tanto que otros le dicen perseverancia. Según la gente del pueblo, el Oliva tenía ambas virtudes en su personalidad y en su juego que se basada sobretodo en su potencia física, la cual imponía a través de sus noventa kilos y su metro ochenta. Sin dudas estaba destinado a ser ídolo y quedar en la historia del club.
   
   Pibe querible por todos desde chico, este morochito le debe su apodo a su padre, un productor de aceite de oliva muy reconocido en la zona y fanático del fútbol. Nunca se perdía un partido de su equipo favorito, y mucho menos si su hijo era parte del once inicial. El Oliva desde muy pequeño trabajo y estudio, aunque si fuese por él hubiese dejado los libros, pero la pelota de fútbol e ir al colegio iban de la mano según el mandato familiar. "Si no estudias, no jugás" le repetía diariamente su padre, que con su cabeza calva y el metro noventa de estatura le imponía respeto tanto su hijo como a sus propios amigos, quienes ni siquiera osaban en llamarle pelado.

   Las mañanas en el pueblo eran muy ventosas y el frío penetraba en los huesos, a pesar se eso el Oliva se ponía doble pijama abajo de la ropa escolar y lentamente recorría a pie los tres kilómetros que lo separaban de su casa ubicada en la montaña hasta el colegio. En esas largas caminatas imagino miles de veces lo que le ocurrió veinticinco años después en esa recordada final del torneo donde la gloria le llego gracias al esfuerzo que hizo durante toda su trayectoria. Día a día durante años realizo el mismo itinerario con todos los sueños a cuestas. De su hogar al colegio, de ahí al trabajo con su padre y luego lo que más esperaba siempre, el fútbol. Con los años, ya adolescente cambio la escuela por más actividad en los Olivares.

   Nunca dejo de patear la pelota y de sorprender con sus goles, aunque estos no se hacían presentes en los partidos importantes. Se agranda en los encuentros fáciles y se borra en las díficiles eran frases que escuchaba todos los fines de semana. Más que nada de los rivales, porque los hinchas de sus equipos de turno siempre lo idolatraban a pesar de que nunca había tenido un partido consagratorio. Era de esos jugadores que entregaban todo en el campo de juego y peleaba todas las pelotas como si fuese la última.


   Siempre lo soñó, siempre lo imagino y siempre lo creyó. "No voy a retirarme hasta que tenga mi partido, ese en el que me salgan todas en un clásico  o en una final" comentan que decía año tras año. Cuando parecía que el ocaso de su carrera iba a llegar sin pena ni gloria se produjo el encuentro tan esperado por el Oliva y sobretodo por su padre.

   Final del torneo regional, cinco mil personas en el estadio, el pueblo expectante del partido definitorio. Los dos equipos más importantes de la zona definían al campeón. El Oliva fue parte del conjunto titular del Deportivo. Tres goles y una actuación inolvidable. Como ninguna en su vida. Esa tarde fue la última vez que se lo vio en una cancha de fútbol. Con los años pasaron delanteros por doquier, mejores y peores, pero ninguno como el Oliva, que jugo siempre en equipos de menor relevancia. Pero que siempre se lo recordará como un grande.


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viernes, 24 de agosto de 2012

CUENTO: "VAMOS QUIROGA"

"El enganche es el corazón del equipo, es el jugador clave que maneja los tiempos y hace jugar a los compañeros, que entre ahora mismo para dar vuelta este partido" expresaba Adolfo, un cincuentón con muchas canchas en el lomo que estaba sentado a la mesa ubicada enfrente de un televisor 14 pulgadas; casi al instante, desde la otra punta replicando ese grito-comentario, un joven de no más de treinta años manifestaba que "el fútbol se gana por las bandas con el ida y vuelta de los volantes, el enganche hace lento el juego y no tiene la dinámica adecuada para estos tiempos". El sitio del debate fue el bar del Ñato, en el que ambos junto a una decena de personas observaban como su equipo favorito perdía dos a cero frente a su clásico rival faltando media hora para la finalización del partido.
   
   Justo para ese encuentro el entrenador había decidido sacar al diez y llenar de volantes de marca el mediocampo, según los hinchas para cuidar el cero en su arco para así lograr al menos el empate tan deseado que le daba el primer campeonato de la historia al equipo del barrio. El escenario pintaba complicado por los dos tantos en contra y las esperanzas de dar vuelta, o al menos empardar, el partido estaban en el banco de suplentes. Quiroga, un volante por afuera con mucho gol, y Pattelli, un enganche generador de fútbol como pocos, eran las dos opciones mas viables que tenía el director técnico para lograr lo que hasta ese momento tenía olor a hazaña.
   
   El joven casi treintañero, al que en el barrio conocían como Ernesto, pedía abrir la defensa por las bandas, o sea que a su entender Quiroga era el jugador que podía cambiar el rumbo del juego; mientras que el hombre más entrado en años imploraba por el ingreso de Pattelli, quien para él era capaz de dar vuelta el encuentro por si solo. En tanto que el Ñato, el propietario del bar, atino a decir "que entren los dos" a lo que escucho un "queda un solo cambio" de parte de los presentes en el lugar, quienes por única vez coincidieron en un comentario en toda la tarde.
   
   La cuestión era que la determinación de quien ingresaba, si es que esta se producía, no dependía de ninguno de quienes observaban el partido por televisión. Solo el entrenador debía tomar esta decisión, la cual quizás se convertiría en la más importante en la historia del club. Finalmente la modificación se produjo a falta de veinte minutos con el equipo aún dos goles abajo.
   
   Segundos antes del cambio tan esperado las miradas expectantes entre los concurrentes al local del Ñato se entrecruzaron por un instante, no sea cosa que se pierdan el momento del ingreso de quien para ellos podría llegar a ser el salvador. Quiroga fue el elegido por el técnico para cambiar la historia, que quizás basándose en la frágilidad de los laterales del equipo rival a la hora de marcar lo envió al terreno de juego. Al momento de la modificación, una sonrisa se dibujo en el rostro de Ernesto, quien más allá de la derrota parcial de su equipo sintió una satisfacción de triunfo con el ingreso del volante de ida y vuelta que va por las bandas. En el instante en el que expreso "vamos Quiroga" todos los presentes en el bar notaron en su rostro su victoria personal. Él ya había ganado esa tarde y nada iba a empañar ese momento, ni siquiera la posible derrota y por ende la perdida del campeonato del club de sus amores.


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martes, 21 de agosto de 2012

FÚTBOL, FÚTbol, fútbol...

El efecto y consecuencia de un hecho, operación o deliberación, o sea "el resultado", es quizás uno de los grandes responsables de que en el fútbol actual se observen partidos tan cerrados y trabados con poco lugar a jugadas o acciones imprevistas, que salgan de lo ortodoxo y estático de los planteos previos.

   Laterales atados, doble cinco, volantes con más vuelta que ida y puntas solitarios son hoy posiciones tan familiares y comunes, que parece que llegaron para quedarse, desplazando a los recordados laterales ofensivos que se complementaban con volantes con llegada al gol, quienes a su vez se apoyaban en enganches estrategas y desequilibrantes que descargaban montones de asistencias a los mortíferos delanteros.

   En estos tiempos todo, o casi todo, depende de lo que figure en el tanteador al finalizar el partido.  O sea, que salvo que se deje de lado el resultado, se seguirá viendo un fútbol similar al actual en los próximos años. Pelotazos, pelotazos y pelotazos se harán presentes en las canchas a montones todo con el fin de obtener un resultado, que satisfaga a los hinchas, a quienes hasta les influye en su estado de animo semanal.

   Pero como todo tiene un limite. Quizás llegue un día en el que los simpatizantes rememoren viejos recuerdos  futbolisticos de sus equipos y mientras se les humedecen los ojos pidas a gritos algo más que un simple númerito en el tanteador. Hay quienes creen que ese momento debe ser "ayer", otros manifiestan que no esta mal que sea "mañana", en tanto el fútbol pide es que ese día no sea "demasiado tarde".


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DEMASIADO TIEMPO


Ya han pasado 20 años desde la última vez que la Selección Argentina de fútbol ingresó entre los cuatro primeros puestos del Campeonato Mundial. Demasiado tiempo para una Asociación que es considerada una potencia futbolística a nivel internacional y candidata, no solo al podio, sino también a alzarse con la copa en cada competición en la que se hace presente.

Esas dos décadas son el equivalente a cinco mundiales sin presencia argentina en semifinales, lugar al que sí han accedido en esas mismas citas trece Selecciones diferentes, tal es el caso de Suecia, Bulgaria, Croacia, Turquía y Corea del Sur, algunas de las cuales no tienen una destacada historia en este tipo de torneos. 

Cuando se habla de potencias futbolísticas, rápidamente se piensa en Brasil, Italia, Alemania y Argentina. Los penta campeones del mundo y los germanos se hicieron presentes en tres ocasiones en semifinales desde el Mundial de Estados Unidos en 1994 hasta el de Sudáfrica en el presente año; en tanto que los italianos lo hicieron en dos oportunidades. El grupo de los trece lo completan España, Portugal, Uruguay, Francia y Holanda; estos dos últimos estuvieron entre los cuatro mejores del mundo en dos ocasiones.

Muchas selecciones, muchos mundiales, muchos años y la Selección Argentina sigue sin aparecer entre los cuatro semifinalistas. La próxima cita mundialista será en el año 2014 en Brasil, en donde se renovará la esperanza de que la albiceleste consiga su tercer titulo y demuestre que la potencia futbolística solo estuvo "dormida" unos años; y no, que dejó de serlo.


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domingo, 19 de agosto de 2012

LA BOCHA Y LA NARANJA

Hace mucho tiempo se dice que Argentina es sinónimo de fútbol. Pero, ¿Fútbol es sinónimo de Argentina? Basándose en resultados de la selección a nivel mundial en los últimos doce años, más de uno dudaría en responder positivamente a este interrogante. Quizás manifestarían que el país tiene mas que ver con el Basquet masculino o con el Hockey femenino sobre césped.

   En dicho periodo de tiempo las mayores alegrías deportivas más resonantes para los argentinos llegaron de la mano de esos deportes. Dos medallas olímpicas (oro en Atenas 2004 y bronce en Pekin 2008) y un subcampeonato del mundo en Indianapolis  2002, fueron los mayores logros de la Selección Argentina de basquet, a la que se la denomino "La Generación Dorada". En tanto que el hockey femenino argentino se alzo con dos títulos mundiales (Perth 2002 y Rosario 2010) y con cuatro preseas en los Juegos Olimpicos, dos de plata (Sydney 2000 y Londres 2012) y dos de bronce (Atenas 2004 y Pekin 2008).
 
   Los resultados además llegaron acompañados de actuaciones brillantes, tanto a nivel individual como colectivo, que emocionaron hasta las lágrimas a los argentinos. Nadie olvidara las penetraciones indescifrables de Emanuel Ginobili o los dribbling de Luciana Aymar, como tampoco el aporte goleador de Luis Scola o de Vanina Oneto. Grandes baluartes de conquistas impensadas para el basquet y el hockey, que hacen pensar si los argentinos, en este tiempo, tienen mas que ver con estas actividades, que con el fútbol.
 
   Siempre se sostuvo que a la gran mayoría de los niños argentinos les dan un balón de fútbol porque se  dice que es el deporte que esta en el ADN, pero  ¿Que ocurriría si a todos los nenes se les diera una pelota naranja o una bocha, antes que una número 5? Sin haberse hecho esto, la Argentina logro resultados muy importantes en los últimos doce años en basquet y hockey, los cuales no obtuvo el fútbol, a pesar de ser "por ahora" el deporte predilecto de los argentinos.


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